Dicen que Sevilla
es una de las ciudades más históricas y ricas en arte de toda España, y no se equivocan. Lo que la gente no sabe, o a veces hacen como que no lo saben, es que
estos monumentos y lugares emblemáticos de la ciudad guardan en su interior miles
de historias, algunas de ellas terroríficas…
Hay lugares que no
están considerados monumentos locales, pero en realidad, aunque su fin sea
otro, lo son. Es el caso de la universidad de Bellas Artes, situada en la calle
Laraña, en el centro de Sevilla. Hablar de este lugar es como nombrar un
santuario de fenómenos paranormales en la ciudad, y son los empleados de la
misma los que denuncian y relatan sus experiencias para que la ciudad sea
conocedora de lo que en su interior sucede.
Son miles las historias
que se han contado sobre los extraños sucesos que encierra este gran edificio,
¿reales o imaginarias?, no se puede saber con exactitud, lo que está claro es
que allí ocurre algo. En uno de los
sótanos de la facultad, se encuentra el Panteón de sevillanos ilustres, donde
moran decenas de escritores y artistas famosos de siglos anteriores, lugar en
el que aseguran que se ven espectros y sombras aterradoras. Todos los trabajadores
de la universidad han sido testigos de los extraños y paranormales sucesos acaecidos
durante muchos años en su lugar de trabajo, y cuentan historias aterradoras: el
sonido de los zapatos de una mujer por la primera planta, sombras que aparecen
de la nada y se pasean por las aulas, grifos que se abren y cierran solos,
grandes y pesados ventanales que se abren solos sin la menor dificultad,
extrañas luminosidades, voces y palabras claras, la historia que contaba un
nuevo conserje que entró a trabajar en la facultad y vio una sombra que se le
acercó y le sopló en la cara… y muchos más sucesos que cuentan y afirman con
total claridad todos los testigos.
Hay algunas
historias que van más allá de la normalidad, como por ejemplo la que cuenta
Luis Fernández, vigilante de la facultad, pero no solo él, si no varios
compañeros que fueron testigos de los sucesos. Este se tomaba a broma los
comentarios e historias de los trabajadores, hasta que una noche sus compañeros
lo vieron descansando en su catre, pero inquieto, se movía y gruñía… era un
comportamiento anormal. Cuando se incorporó estaba pálido, todos sus compañeros
acudieron a él para auxiliarlo, y contó lo que le había ocurrido: estaba tratando de conciliar el sueño, os
estaba escuchando y no podía dormir, de repente una sombra se acercó a mí y me
dijo, ¿ahora no te ríes? ¿ahora no te ríes? No sabía de dónde venía esa voz,
la provocaba esa sombra surgida de la nada, entonces traté de incorporarme, de
alertaros, pero la sombra extendió algo y me dijo: ríete ahora anda, ríete
ahora… y en cuanto me ha soltado me he incorporado. Desde ese momento,
nunca volvió a hacer bromas al respecto, nunca más ignoró ni se tomó a risa las
historias de sus compañeros.
En
el primer sótano de la facultad había una pintada muy clara con grafiti rojo:
Nuestro sueños de hoy son vuestras
pesadillas de mañana, la cual han intentado borrar en muchas ocasiones, y
a la mañana siguiente siempre volvía a aparecer. Un suceso más que sumarle a
esta ola de historias paranormales. Pero sin duda, el
relato más espeluznante que se ha contado jamás es la historia de Mº Carmen
Abad, trabajadora del servicio de limpieza nocturno desde hacía once años, que
es la que abrió esta “caja de pandora paranormal”. Cuenta que había un modelo
en la facultad de bellas artes, llamado Santiago, el cual estuvo durante mucho
tiempo posando para los alumnos, hasta que terminó trabajando en el servicio de
mantenimiento de la facultad. Una noche, cuando se iba a su casa, Santiago
murió en extrañas circunstancias, aunque atribuidas a un ataque cardíaco. Esa
misma noche todas las plantas y flores de la facultad aparecieron arrancadas,
nadie sabe por qué o por quién. En ese momento de la noche, Carmen Abad y Ana
Abad estaban trabajando juntas y comenzaron a escuchar ruidos raros y secos
desde el sótano, como si alguien emparedado estuviera pidiendo ayuda. Asustadas,
fueron a la planta baja, donde la electricidad actuaba a su antojo, las luces
se apagaban y encendías solas como si alguien estuviera jugando con los
interruptores, pero ellas estaban junto a ellos y allí no había nadie más. Atemorizadas,
se lo contaron al vigilante, que no les prestó atención alguna. Al día
siguiente, este vigilante las esperó en la puerta de la facultad, y les dijo
entre llantos y asombro que al poco tiempo de irse ellas, los ruidos le
persiguieron por toda la facultad, pasos, siseos… una experiencia terrible.
Todo el personal de
la facultad, piensa que allí mora el espectro de su compañero Santiago. A partir
de su muerte, comenzaron a escucharse extraños pasos por los solitarios y
sombríos pasillos de la facultad, puertas que se abrían y cerraban sin que
nadie lo provocara, picaportes de puertas que giraban sin que nadie existiera
al otro lado de la misma… Los hechos se recrudecen y comienzan a aparecer y
desaparecer objetos del personal, a sentirse seguidos y acosados, incluso a ser
llamados por una voz de la nada, susurrante, por sus nombres para llamar su
atención.
Durante mucho
tiempo intentaron buscar alguna explicación lógica para estos extraños
fenómenos, pero ninguna era del todo satisfactoria. Por lo que, actualmente,
nadie se queda en la universidad por la noche. Parte de los
acontecimientos de la Facultad de Bellas Artes parecen estar provocados por el
antiguo trabajador fallecido, Santiago, sin saber qué le ha hecho morar por el
edificio ayudando o incordiando a sus compañeros. Hoy se le puede decir
abiertamente al visitante del edificio que el misterio habita en la facultad
de Bellas Artes de Sevilla, y que si presta un poco de atención puede ser el
próximo testigo de lo insólito.
Fuente: “Guía secreta de Sevilla. Casas encantadas
y apariciones”, Jordi Fernández Cabrera y José Manuel García Bautista.