domingo, 29 de diciembre de 2013

Un hospital con historia

A escasos metros de la muralla de la Macarena está el denominado Hospital de las Cinco Llagas o también llamado de la Sangre, un magnífico y solemne edificio que en su día fue uno de los hospitales más grandes de Europa. Su construcción fue llevada a cabo por la familia Ribera en 1540 siendo recinto sanitario hasta el año 1972. En el actual conjunto arquitectónico destaca el salón de plenos parlamentario que es parte de la iglesia de la que gozaba el hospital. Desde 1992 el “desierto” hospital de las Cinco Llagas es usado para fines institucionales.

Los sucesos registrados comienzan en el año 1968. En junio de este año, Antonio Rodríguez, un enfermo de cuarenta años que yacía postrado en una de las camas del hospital, vio claramente como ante sí se formaba la imagen neblinosa de una monja que comenzaba a andar hacia el pasillo en busca de la puerta. De aquella aparición destacaba su cuerpo casi traslúcido y el repicar metálico que delataba el inequívoco sonido del repicar de las llaves de las celdas y habitaciones del ya encantado edificio.

El hospital atravesó una etapa oscura en la que, debido a su cierre, el silencio se apoderó de él, de sus muros y de su fantasma…o tal vez no. El hospital de las Cinco Llagas cerró sus puertas en 1972 y hasta finales de los años ochenta no se volvió a vivir actividad en el mismo. Durante estos años también hubo fenómenos extraños en el edificio, tal y como atestiguan varias vecinas del lugar que vieron cómo aquella monja espectral asomaba sus antiguas vestimentas y tez blancuzca tras los desolados ventanales.

Para unos hay una innegable impregnación de dolor y de mal en el lugar. La secuela y marca del edificio son obvias, por él pasaron multitud de enfermos y moribundos que perdieron la vida entre los muros de este hospital. Quejidos, lamentos y sonidos de llaves son acompañantes habituales de los miembros de seguridad, que entre respeto y temor continúan haciendo su labor en el edificio del Parlamento Andaluz que tiene una larga historia.

Fuente: “Guía secreta de Sevilla. Casas encantadas y apariciones”, Jordi Fernández Cabrera y José Manuel García Bautista.

jueves, 26 de diciembre de 2013

El Palacio de los Marqueses de la Algaba

Muy cerca de la calle Feria encontramos la calle Arrayán, en la que se sitúa el Palacio de los Marqueses de la Algaba. Tras su hermosa portada de estilo gótico-mudéjar, se alzó una torre en la que sucedieron sangrientos, violentos y desagradables incidentes relacionados con la familia de los Guzmanes. Debido a estos sucesos, la torre fue demolida para sepultar el recuerdo. Otra de las historias que rodean a este palacio es cuando la epidemia de la peste de 1649 azotó la zona. Los jardines del palacio se tuvieron que utilizar como un improvisado cementerio.

El miércoles 22 de mayo de 1652 el Palacio de los Marqueses de la Algaba fue testigo de otro suceso. Ese día el descontento de las capas sociales de la ciudad fue tomando fuerza, sobre todo el de las capas más humildes, teniendo lugar una manifestación muy airada y conocida como el motín de la calle Feria. Esto ocurrió por la escasez y el alto precio del pan. Los balcones del palacio sirvieron de improvisadas palestras donde se expuso el sentir popular, siendo brutalmente reprimido por las fuerzas militares de la época, dejando un sangriento reguero de muertos en la plaza y calles circundantes al propio palacio.

A finales del S. XIX se vivió una época en la que la nobleza comenzó a ceder parte de ese protagonismo tutelado durante siglos, y comenzó una lenta decadencia que hizo que el palacio se fuera deteriorando y olvidando. Actualmente, este edificio ha sido remodelado por la Junta de Andalucía habilitándolo como la nueva Delegación de Bienestar Social. Pero con su nuevo aspecto también surge el despertar de los viejos fantasmas, aquellos que fueron enterrados y que jamás debieron despertar. Por las noches se pueden escuchar portazos, pisadas y extraños susurros. Pasos que avanzan en la lejanía hasta hacerse cada vez más perceptibles. Extrañas bajadas de temperaturas y el movimiento de objetos cotidianos llenan de temor a los sufridos trabajadores de la noche en el interior del palacio.

Las experiencias vividas las relata el antiguo personal de seguridad del edificio, que conociendo la particular compañía de este, arriesgaron y pusieron todo su empeño por contactar con aquel misterioso ser que emitía y provocaba aquellos ruidos. Poco consiguieron a través de las diferentes técnicas de contacto con el mundo espiritual. Tampoco con la visita de personas con capacidades mediúnmicas. Nada hizo despertar a los fantasmas, o ¿tal vez sí? Una noche uno de los trabajadores armado con una grabadora  formuló varias preguntas a la nada, esperando respuesta. Pero al revisar aquella cinta, el pavor se apoderó de los allí presentes. A la pregunta: ¿estamos solos en el edificio?, una voz quejumbrosa respondió: seguiré velando aquí a vuestra merced. Aquello llenó de asombro a los investigadores. La segunda pregunta fue: ¿por qué nos molestáis? La voz respondió: devoto os pertenece. Siguieron revisando aquella cinta y pudieron comprobar cómo se podían escuchar otras psicofonías o inclusiones que decían: tras sus pasos ilumínate, Dios me guía o El señor del Dios. ¿Aquellas obras de remodelación resucitaron algo adormecido? Tal vez, o tal vez el azar hizo que sus antiguos moradores volvieran a habitar las hermosas dependencias del alicaído marquesado de la Algaba.

Fuente: “Guía secreta de Sevilla. Casas encantadas y apariciones”, Jordi Fernández Cabrera y José Manuel García Bautista.

domingo, 15 de diciembre de 2013

El Fantasma del cine Fantasio

¿Quién no ha oído hablar alguna vez de los fantasmas del cine Fantasio?, esa sería la respuesta que muchos sevillanos darían si le preguntasen por estos famosos personajes. Aun así, es necesario matizar que estos famosos fantasmas no moraban realmente en éste y sí en el edificio de viviendas sobre él. El conocido cine del que se habla se alzaba en la calle Pagés del Corro, exactamente en el número cien, cerca de la popular calle San Jacinto, en Triana.

El cine Fantasio era conocido por ser del denominado género familiar y ofrecer precios populares, siendo la mitad de barato que los demás cines de la ciudad. Esto lo llevó a tener éxito en aquellos años en los que los vídeos comunitarios y video-clubs prácticamente estaban destrozando la industria cinematográfica. Ofrecía estrenos y preestrenos, tratando en todo momento de estar en vanguardia de cartelera, aunque resultaba complicado debido a la competencia con los multicines como el Avenida 5 Cines o el cine Alameda. Ganaba puntos en parte por ser el único que merecía la pena ser visitado en las barriadas de Triana y Los Remedios.

Pero estos datos no son los causantes de que el cine Fantasio dejara huella en la ciudad hispalense. Corría el año 1990 y unos acontecimientos mantuvieron a Sevilla en vilo debido a unos supuestos ruidos y otros fenómenos extraños que ocurrían en el edificio. Los rumores se dispararon rápidamente y la noticia comenzó a volar por todas las calles sevillanas. Lo que en un principio eran ruidos pasaron a ser posteriormente fantasmas merodeadores de aquel lugar.

Cierto es que el edificio donde tenían lugar los ruidos presentaba un aspecto bastante tétrico. Daba la impresión de lugar abandonado al estar vestido en ladrillo rojizo, con las persianas descolgadas y tremendamente sucias, y el portal de la entrada lleno de escombros. Fue la insistencia en los rumores lo que hizo que el cine Fantasio se convirtiera en una nueva leyenda urbana de Sevilla. Varias fueron las explicaciones que los ciudadanos y visitantes le dieron a este suceso desde la otra acera del edificio: un posible enterramiento bajo el suelo, asesinatos, fusilamientos, pactos con el Diablo… 

Al cabo de un mes, los moradores del edificio ya eran más que conocidos y nadie se atrevía a negar la verdad de este suceso, clasificándolo como fenómeno paranormal. Pero este mito sevillano esconde una historia muy alejada de fantasmas, ruidos y espectros. Más de uno quedó desencantado al enterarse de la realidad del asunto. Detrás de la leyenda del Fantasma del cine Fantasio se oculta una trama inmobiliaria, una venta de pisos y una promesa incumplida de regalar uno de ellos. Finalmente, no hubo nunca ningún regalo y el ofendido decidió sabotear la venta de los inmuebles. El resultado fue más que exquisito: una moderna historia de fantasmas en Triana. El protagonista de esta trama, que sabía de sobra que Sevilla era un mentidero y que los rumores se propagaban a la velocidad de la luz, aprovechó para soltar esta farsa y ahuyentar a cualquier comprador. ¿Quién iba a comprar un piso con una historia sobre fantasmas? De esta manera el edificio nunca encontraría inquilinos y él podría comprar los pisos a un precio muy bajo. Lo que no imaginaba este señor era que el rumor se convirtiera en toda una leyenda. En resumen, la leyenda fue producto de un acto de venganza de una promesa incumplida entre amigos. El popular y añorado cine Fantasio cerró sus puertas en 1995 a causa de una crisis financiera. 

Durante los primeros meses de 2005 diferentes testigos han afirmado tener indicios de nuevos acontecimientos extraños en el lugar. Uno de los que vivían allí, Carlos Pérez, dio su testimonio a la revista Año/Cero: Vivo cerca de lo que era el cine, siempre había oído hablar de  fantasmas en esta zona y nunca le había dado demasiada importancia, hasta un día en el que uno de los cajones de la mesilla de la niña se abría solo, lo cerrábamos y se volvía a abrir; luego comenzaron los olores repentinos, los problemas con el agua y las luces que se encendían y se apagaban solas… Yo he llegado a ver delante de mí, al subir por las escaleras a mi piso, un algo difuso, como una presencia [...] No es el único testimonio que se tiene sobre este caso. Son muchos los que afirman que la leyenda fue real y otros tantos los que todavía dicen ver al fantasma. La pregunta sería, ¿qué hay de leyenda y qué de realidad en toda esta historia?

Fuente: “Guía secreta de Sevilla. Casas encantadas y apariciones”, Jordi Fernández Cabrera y José Manuel García Bautista.